La vuelta al cole no es fácil y aunque muchos necesitemos volver a la rutina, nos topamos con una vuelta que supone, atascos, madrugones forzosos, estrés por no estar a la hora, gestión complicada de la logística, organización de horarios, etc. A todo esto le sumamos el miedo, la incertidumbre e inseguridad en cuanto a la nueva clase, nuevos profesores, nuevas asignaturas y un sin fin de emociones que muchas veces nos bloquean. Los desacuerdos, malentendidos, el cansancio acumulado hacen mella y al final terminamos todos enfadados, desbordados y dando voces a la primera de cambio, por eso hoy os traigo una serie de pasos para que esa vuelta al cole la podamos hacer desde la calma y aunque haya una gran «tormenta» conseguir paso a paso nuestra propia gestión emocional, porque para que los pequeños aprendan a navegar sus emociones, es fundamental que comencemos por nosotros, por nuestra propia gestión emocional.
1. RECONOCER LA EMOCIÓN
Para comenzar es importante ese autoconocimiento, que nos permite saber que sucede en nosotros cuando nos enfrentamos a un momento de crisis con nuestros hijos; ¿Cómo cambia nuestra respiración?, ¿cómo late nuestro corazón?, ¿qué sentimos a nivel muscular?, ¿cambia nuestro gesto? y ¿nuestra postura?, ¿cuáles son nuestros pensamientos?, ¿tengo muchos pensamientos a la vez?. Ser conscientes de que algo estamos comenzando a sentir, nos permitirá a conocernos gradualmente a nivel emocional, saber que nos sucede a nivel físico y mental cuando estamos enfadados, cuando estamos asustados cuando el estrés se apodera de nosotros, es indispensable.
2. NOMBRAR LO QUE ESTAMOS SINTIENDO
Sabemos que podemos sentir miedo, porque nuestro hijo se ha subido a un bordillo del que se puede caer; podemos estar enfadados, pues no comprendemos por qué nuestra hija/o no nos ha escuchado si se lo hemos repetido 10 veces, podemos sentir frustración al no saber que hacer para entender lo que quiere nuestro hijo. Sentir tristeza y culpabilidad porque se ha quedado llorando en el colegio impotencia por no poder hacer nada…etc, etc. Poner nombre a las emociones, las normaliza y hace más sencillo el convivir con ellas y navegarlas de la mejor forma posible. Recordad como ya os he comentado en anteriores episodios que las emociones nos dan mucha información y pistas de lo que necesitamos y no por ser una emoción displacentera es menos importante y debemos evitarla. vivirla, asumirla, comprenderla la hace mas útil.
3. ¿QUÉ PODEMOS HACER CUANDO ESTAMOS DESBORDADOS?
Ya sabemos que estamos entrando en la zona en la que estamos apunto de «explotar», gritar o herir puede ser que ya lo hecho, por tanto debemos ponernos manos a la obra para para evitar que la situación se desmadre vaya a peor. Mis recomendaciones son:
1. Respira
A continuación Martin Suárez de martoyoga.com profesor de yoga y especialista en respiración consciente, nos trae un ejercicio práctico del que puedes hacer uso en esos momentos que te sientas desbordado.
Este tipo de respiración consciente nos calma, relaja nuestro sistema nervioso enviando señales a nuestro cerebro para que todas sus partes, en este caso concreto, el sistema límbico (encargada del procesamiento emocional) y la corteza prefrontal , (encargada del control de los impulsos y la regulación emocional, entre otras muchas cosas) funcionen armónicamente.
2. Muévete
¡Salta! sí, salta alto, abriendo y cerrando las piernas a la vez que levantas los brazos, hazlo varias veces.
También puedes moverte girando el tronco de izquierda a derecha y dejando los brazos completamente sueltos a los lados de tu cuerpo, a modo de campana.
Renueva tu energía por medio del movimiento y relaja tu sistema nervioso. Recuerda que el movimiento corporal genera oxitocina (hormona del amor) y endorfinas (hormona de la felicidad).
3. Retírate
Puedes retirarte y delegar ese momento a tu pareja o a quien este contigo, si estas sola/o explica a tus hijos que estas a punto de enfadarte mucho y que necesitas retirarte, con esto, no solo estas informándolos de porque te retiras, también estas dando una lección emocional importante a tus hijos.
Una vez te hayas retirado, puedes hacer otra cosa diferente y centrar tu atención en ella, por ejemplo, ve y te pones la colonia, céntrate en ese momento, escucha el sonido del tapón mientras la abres. Dedica tiempo a ello. Huele el perfume, pregúntate como es el olor, ¿es afrutado?, ¿es dulce?, ¿quizá acido?. La atención plena realizando una actividad donde podamos utilizar nuestros sentidos ayuda mucho a restaurar la calma.
4. Vuelve, conecta y acompaña.
Cuando sientas que puedes abordar la situación desde la calma, vuelve.
Puede ser que ya este la crisis solucionada por la persona a la que has dejado encargada o puede ser que tu hijo siga en crisis.
Acércate, mírale y abrázale. Conecta con él, si esta llorando evita darle charlas, no puede atenderte plenamente. Recuerda que él esta muy triste y/o enfadado, su mente esta ocupada en ello.
Háblale con cariño, utiliza el juego, el humor, ayúdale un poco, quizá sea necesario tu apoyo para conseguir lo que necesitáis.
Empatiza con él. Frases como: «te comprendo», «entiendo que no te guste… «, «¿cómo podemos hacer para que no te sientas así?» son de gran ayuda.
Muchas veces con un abrazo basta. A veces están muy cansados y ellos no saben lo que les pasa. Convertirse en su gestor emocional, ayudarles con sus emociones, es más sencillo si primero, navegamos y gestionamos las nuestras. Muchas veces con un abrazo y palabras de cariño se pasa poco a poco la tempestad, dedica tiempo a ese momento.
Como todo, esto se consigue con mucha práctica, no hay varitas mágicas que den la solución instantánea, unas veces serán diferentes a otras, no siempre puede salir como tu quieres. Recuerda que no eres el peor padre si no lo consigues a la primera y sale de ti un grito o una amenaza. Mira el momento de rabieta y enfado como una oportunidad para practicar y mejorar, no como un bache insuperable que no quieres atravesar.
Es importante ser consciente de como quieres hacerlo y que puedes hacer para lograrlo, ese es el primer paso.
Feliz día, espero que os sea util.