Después de un año agotador, tanto a nivel laboral como a nivel personal, tengo que confesaros que he descubierto que el cuidado personal, a todos los niveles, es indispensable. De eso me di cuenta en el momento en que cada cosa que pasaba a mi alrededor, con familia, trabajo y amigos me afectaba en exceso. Te das cuenta que cualquier cosa te sobrepasa y estas fácilmente enfadable ( si no existe esta palabra, la propongo) mejor dicho te cabreas por todo, absolutamente por todo. Cuando quieres todo ¡YA!, y te sientes abrumada hasta con el maravilloso pajarito que se posa en la ventana…¡para llenar todo de cacaaa!, cuando tus hijos te están hablando y ya presupones que será para decirte algo que no te va a gustar y cuando tu madre te llama y no quieres ni hablar, aunque sea para darte un tupper para la cena, Sí esa cena de hoy, que no has podido preparar por las mil cosas más que tenías que hacer y que has dejado a medias, cuando ves todo fatal y sientes que quieres escapar, coger maletas e irte sol@ y lejos… entonces amig@s es cuando estamos SO-BRE-PA-SA-DOS.
Lo más gracioso de todo es que quieres que termine el día para » descansar» y piensas que «mañana te levantaras mejor» pero no, el día siguiente es igual, te levantas y comienzas a rodar, despiertas a los niños, desayuno, preparas tu bolso, te duchas, corres, corres y sigues corriendo y miras en un semáforo al del coche de al lado y le ves sudando también y mirando el reloj (otro que esta igual que tú, piensas) eso si, mal de muchos, consuelo de tontos… todavía no se bien a donde es que vamos todos corriendo, pero seguimos.
Durante esos meses de duro trabajo mental y físico, para no desfallecer, mis hijos me echaron de menos, mi familia también y yo me eche de menos, que es lo más sangrante. Estar estaba físicamente, pero ESTAR es otra cosa, es conectar con los tuyos y disfrutarlo, es tener tiempo para un cuento, para jugar y para una peli con el amor de tu vida y el padre/madre de tus polluelos. Eso es AUTOCUIDADO. Básicamente es dedicarse tiempo, tiempo para disfrutar de la vida, unas veces con los tuyos, otras veces sin ellos, pero estar presente y no constantemente con el «TENGO QUE…» en la cabeza.
A nivel físico: mimarse para bajar los niveles de estrés, cuidarse haciendo ese ejercicio que nos encanta hacer, bailar, nadar, correr, cantar, etc, etc.
Mirarse al espejo y hablarse bien: quererse como se es, ver que aunque no nos guste mucho como nos quedó el pelo, tenemos unos ojos preciosos, es decir: centrarnos en lo que más nos gusta de nosotros y lo que menos ponerle remedio sin regodearnos en ello, simplemente querernos tal cual.
Salir con amigos: una buena conversación anima y si hay risas mejor ¡Somos seres sociales! ¡Vamos a socializar! Contar con naturalidad y humor como nos sentimos le quita importancia al asunto y eso anima y relaja.
Estar sol@s: disfrutar de hacer en soledad lo que nos encanta hacer, series, dormir, cocinar, escuchar música, revisar esas cajas y esos libros que tienes guardados con cachivaches mientras te comes un poco de helado y escuchas esa canción que te encanta…eso es dedicarse tiempo y los tuyos lo notan.
Poner solución a lo que nos genera estrés: ¿mañanas de prisas en las que ves que no llegas? pues igual podrías bajar las expectativas, no todo tiene que salir exactamente como tu lo has planeado. La improvisación y la flexibilidad se convierten en nuestras mejores aliadas cuando por la mañana no llegamos a tiempo. ¿Queeé?¿hoy no podemos lavarnos el pelo? bueno 🙂 o se convierte eso en la extinción de la humanidad, o en un nuevo look «Moño al estilo nudo» todo depende de ti.
Conocernos: Pensar en lo que realmente nos anima, nos gusta hacer y disfrutamos con los nuestros. Parar cuando sea necesario y permitirse un descanso y por supuesto evitar poner en la lista de «cosas por hacer» dedicarse tiempo, porque no es una obligación más, es un disfrute.